Buenas y calurosas tardes de un 4 de agosto. Por fin el mes cumple con sus expectativas y hoy la mañana ha amanecido con un calor sofocante y agobiante. Debe ser el levante, el viento, que según mis informaciones pega por las costas gaditanas. Jornada de jueves, última con cita piscinal de la semana, después de dos días marcados por una intensa vida social o de relaciones personales. Vamos por parte. El martes tuvimos invitado para almorzar en villa Pako&Meme. Antonio(Juni o Moon), nuestro testigo de boda y cuñado de cariño. Hacía tiempo que no almorzábamos o comiamos juntos. Creo que desde los tiempos en los que habitábamos en el centro Sevilla, pero antes de ayer fue el día del reencuentro. Su media mitad, otra de las personas imprescindibles en estos encuentros familiares, mi hermana de cariño, trabajaba toda la jornada y no pudo estar presente. Creo, y no me equivoco, que pasamos un encuentro muy agradable, como siempre suele ocurrir cuando nos encontramos, en el que triunfó la lasaña de carne que mi esposo preparó para el evento y que sació los apetitos culinarios del invitado. Una de esas citas que se deben repetir, por la importancia de la persona en mi(nuestras) vida(s) y porque son veladas que siempre salen bien.
Ayer miércoles se repitió la jugada pero en esta ocasión éramos nosotros los invitados, en este caso, a cenar a casa de otro amigo, Javier, el abogado, el que el día 16 se va a convertir en compañero de expedición en Marsella. Había organizado una cena a la francesa en la que no éramos los únicos invitados. Nos acompañaron en la mesa en una también agradable velada: Luisa, una compañera suya de trabajo y nuestra en el club e lectura, Inma, amiga de Javier, todo un personaje, y Rafa y Alex, también pareja y amigos del anfitrión. Nos lo pasamos muy bien hasta pasada la madrugada y nos hartamos de comer en una cena muy peculiar culinariamente. Empezamos con melón relleno de un vino francés para proseguir con una ronda de patés, otra de quesos y unas porciones de kish(creo que se escribe así). De postre, helados, de limón y chocolate y nata. Todo ello aderezado con sidra y hasta una copita de champán. Otra velada para repetir, sobre todo por lo bien que se estaba en la terraza de una casa en plena urbanización de parcelas en el campo entre Sevilla y Carmona.
Las jornadas vividas, incluida la de hoy, ya comienzan a estar marcadas por el viaje a Marsella. Ayer nos compramos un bolso de equipaje de mano, para meterlo en la cabina, y hoy nos hemos traído de la biblioteca unas guías de Marsella y la Costa Azul para ir abriendo boca y enterándonos de lo que allí nos espera.
Tras una vuelta a casa muy placentera, la tarde, supongo, se presentá tranquila. Quizás me vea una peliy luego a nadar un rato. Hoy, para los que quieran, toca partido de waterpolo, pero yo seguiré nadando.
Alegríafrescura me da leerle sus vacaciones ;-)
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